-Becaria del Sistema de Apoyos a la Creación de Proyectos Culturales, SACPC, 2024.

29 de septiembre del 2024 San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Carlos Romo Zapata

 Angélica López, es una joven artista plástica (Comitán; Chiapas, 1994) apasionada de la teoría del arte que la lleva a estudiar al Universitario Bauhaus de Puebla, centro académico especializado en las áreas del arte, diseño, comunicación y arquitectura.

Cuando ella era estudiante, conocí parte de su obra paisajista. Me llamó la atención un par de óleos sobre tela que registran vistas del camino que se dirige a los Lagos de Montebello. Tienen movimiento, pareciera que los matorrales, nubes y cielo se abren paso mientras el vehículo se adentra a la majestuosa reserva natural del Parque Nacional Lagunas de Montebello (La Trinitaria, Chiapas). 

Angélica ¿De qué manera la universidad encausa tu formación plástica actual?

En la Bauhaus ahondamos sobre teoría del arte, arte contemporáneo, arte postmoderno, y desde el 2014 realizo pinturas de paisajes; pero también quería explorar en otras disciplinas como el video y la instalación.

A partir de que un maestro conoce mis paisajes, me anima a desarrollar un proyecto en el cual yo me preguntaba ¿Cómo abordar el placer desde el ser mujer? Inicié con una instalación sonora a partir de una serie de preguntas que realicé a compañeras de la universidad sobre el significado del placer. Entonces me animo traducir estas voces a la pintura.

Me encuentro que el placer desde el ser mujer ha sido generalmente presentado a través del desnudo, a través de ciertas partes del cuerpo de la mujer. Entonces yo decía cómo ir más allá de estas representaciones, sobre todo hechas por hombres desde una mirada patriarcal, que también condicionan la manera en cómo las mujeres nos vemos, nos pensamos, sentimos y asumimos también nuestro placer.

A partir de ahí comienzo a experimentar con la materialidad pictórica, que ciertamente en los paisajes ya se hacía evidente al aplicar grandes pinceladas de pintura sobre todo al óleo. En ellas se ve el gesto, la mancha y la textura.  Entonces fui trabajando con la pintura directamente sin un soporte, sin un bastidor, sin un lienzo.

¿Esta técnica se enmarca en la pintura del campo expandido? 

Sí, es justo trabajar con la pintura en sí misma y su materialidad.  Generalmente una pintura está sujeta a un bastidor. Entonces la pintura en el campo expandido es sacar de estas limitaciones a la pintura, liberarla del bastidor, liberarla del marco, incluso de la pared. En esta propuesta es como invadir, digamos, el espacio expositivo y cómo el público también se relaciona con la pintura y lo que provoca en él.

Angélica, las personas que han visto tu obra ¿Cómo la han recibido? 

Pues hasta el momento yo considero que ha tenido una respuesta favorable y esto a mí me impulsa a seguir estas experimentaciones porque ciertamente las pinturas que yo realizo son bastante sensoriales; entonces eso es también lo que yo creo, que despierta bastante interés en el público. Pero pensaría dos cosas: contienen una fuerte carga matérica pero también una carga discursiva desde la mujer sobre temas que me interesan comunicar.

Angélica, ¿Cuáles son los antecedentes de tu obra actual?

Por un lado, está la investigación sobre la materia del campo expandido, lo que comentaba de sacar la pintura del bastidor, del lienzo, y por otro lado también fui desarrollando este proyecto a partir de una investigación que realicé hace un año sobre artistas que abordan el tema del placer a través de la pintura. Entonces, descubro el trabajo de tres artistas norteamericanas: Lynda Benglis, Eva Hesse y Hannah Wilkes quienes también se preguntaron cómo abordar esa subjetividad femenina, cómo abordar el ser mujer desde una manera que no correspondiera con el canon patriarcal. 

Lynda Benglis emplea látex y poliuretano pigmentado el cual derrama sobre el suelo y posteriormente genera pliegos con el látex. Posteriormente los coloca sobre el suelo o lo manipula para después generar composiciones que coloca sobre la pared. Por ejemplo, Hannah Wilke sumerge cuerdas en el látex pigmentado y después las cuelgan del techo; entonces, de esta manera, ellas abordan esta subjetividad femenina a través de la pintura desde un lugar propio.